sábado, 26 de agosto de 2023

Reputados científicos internacionales hablan acerca del "cambio climático"

La responsabilidad humana en el calentamiento o desajuste climático (lo cual implica que alguna vez habría habido algún "ajuste"...) es presentada a diario como algo evidente para la opinión dominante. Sin embargo, el debate público se beneficiaría de la inclusión de voces divergentes y altamente cualificadas.


Algunas de estas voces son las de Steven E. Koonin, catedrático de Física Teórica y ex subsecretario de Estado para la Ciencia en la administración Obama (autor de Las incertidumbres del clima); de Alban d'Arguin, uno de los pioneros de la lucha contra la energía eólica en Francia (El calentamiento global. Investigación sobre una manipulación glogal); de Christian Gerondeau, ingeniero politécnico que lleva más de diez años trabajando en cuestiones medioambientales (Las doce mentiras del GIEC), o de Guillaume Sainteny, antiguo Director de Estudios Económicos y Evaluación Medioambiental del Ministerio de Ecología francés (El clima que esconde el bosque. O cómo la cuestión del clima oculta los problemas del medio ambiente).

Nada nuevo bajo el sol
En su libro, Steven Koonin relata cómo los hechos científicos sacudieron sus convicciones previas y le llevaron a criticar las afirmaciones mediáticas y políticas que pretenden indebidamente basarse en el consenso científico.

Durante el último millón de años, se han alternado periodos de calentamiento rápido con periodos de enfriamiento más lento. Evidentemente, estas variaciones no se debieron a la actividad humana, sino, sobre todo, a ligeros cambios en la órbita de la Tierra alrededor del Sol y en la inclinación de su eje.

Alban d'Arguin señala que la órbita de la Tierra alrededor del Sol suele ser un factor en estos trastornos, debido a las variaciones de la actividad magnética solar. Durante un "pequeño óptimo" entre 900 y 1300, las temperaturas fueron más altas que las actuales. En los últimos 170 años, el clima se ha ido calentando, pero con rachas de calor y frío, así como veranos tórridos e inviernos gélidos ocasionales.

En el siglo XX,
El planeta se calentó entre 1910 y 1940, se enfrió entre 1940 y 1980 y se ha ido calentando desde entonces, sobre todo en las latitudes altas, la baja atmósfera y el interior. Las personas de mayor edad quizá recuerden que el último periodo de descenso de las temperaturas llevó a muchos climatólogos de la época a predecir la llegada inminente de una nueva edad de hielo.

El crecimiento demográfico y la actividad económica contribuyen al calentamiento global, principalmente a través de los combustibles fósiles, pero los aerosoles y la deforestación ejercen una influencia refrigerante que anula aproximadamente la mitad de la influencia inversa de los gases de efecto invernadero causados por las actividades humanas. Sin duda, la influencia humana está aumentando, pero actualmente sólo representa una proporción muy pequeña de la energía que circula por el sistema climático.

Los científicos cuestionan al IPCC
Christian Gerondeau señala que el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) no es un organismo científico, sino un órgano supranacional de carácter político que reúne y selecciona contribuciones, y la mayoría de cuyos representantes no tienen experiencia en cuestiones climáticas. Muchos científicos critican sus conclusiones.

Steven Koonin señala que los modelos climáticos, cuya incertidumbre aumenta con su sofisticación, dependen de la forma en que se tratan parámetros difíciles de predecir, como las nubes, por ejemplo. Es más, estos modelos son incapaces de explicar el calentamiento que se produjo a principios del siglo XX.

Los resúmenes de los informes de evaluación del IPCC también contienen conclusiones contradictorias sobre el origen antropogénico del calentamiento global. Estas conclusiones se presentan como incontrovertibles, a pesar de que, en 2008, la "petición de Oregón", que refutaba enérgicamente esta tesis, fue firmada por 31.000 científicos, el 30% de los cuales eran doctores.

En cuanto al papel de las actividades humanas en las catástrofes naturales, repetido regularmente por los medios de comunicación y muchos políticos, la Organización Meteorológica Mundial reconoce que "ningún acontecimiento individual, como un ciclón tropical grave, puede atribuirse al cambio climático inducido por las actividades humanas".

Durante un "pequeño óptimo" entre 900 y 1300, las temperaturas fueron más altas que las actuales
Los datos comunicados por el IPCC transmiten los grandes temores ancestrales de la humanidad, como la sumersión de las zonas costeras por el mar, el aumento espectacular de las temperaturas y la desaparición de especies animales simbolizada por la famosa imagen —resultado de un montaje fotográfico— de un desafortunado oso polar a la deriva sobre un témpano de hielo, aunque en realidad es capaz de nadar distancias muy largas. Los osos polares existen desde hace cientos de miles de años y se han adaptado a las sucesivas fases glaciares e interglaciares, pero hace poco estuvieron a punto de extinguirse debido a la caza incontrolada, a la que el gobierno canadiense puso fin en 1975.

Los verdaderos daños medioambientales quedan relegados a un segundo plano
Guillaume Sainteny cuestiona la pertinencia de la prioridad concedida al clima en las políticas medioambientales. Bajo la presión de las ONG de alto nivel, las políticas elegidas a menudo pasan por alto otros grandes problemas medioambientales que pueden tener mayores consecuencias económicas y sanitarias que las derivadas de los efectos del cambio climático.

Esta opción política parece tanto más cuestionable cuanto que Francia, en concreto, es responsable por ejemplo de menos del 1% de las emisiones mundiales de CO2 (dióxido de carbono que Christian Gerondeau nos recuerda oportunamente que, lejos de ser un contaminante, es esencial para la vida).

Problemas medioambientales cruciales como la contaminación atmosférica (principal causa de muerte prematura en el mundo), la desaparición de especies (más de un tercio están amenazadas de extinción) y la degradación de los suelos por erosión, aridificación, salinización, compactación, contaminación química o agotamiento de nutrientes (un tercio de los suelos del mundo están afectados, según las propias Naciones Unidas) quedan así relegados a un segundo plano.

En los países en desarrollo, los principales riesgos medioambientales no son tanto el cambio climático como la contaminación del aire y el agua, la explotación insostenible de los recursos naturales y la falta de acceso al agua, los alimentos y la energía.

Steven E. Koonin sabe por experiencia que la presión institucional sobre los científicos es real, y que muchos de ellos han sido estigmatizados por publicar datos que no apoyan la narrativa oficial del cambio climático.

La Declaración de los 500 científicos: "No hay emergencia climática"
Como nos recuerda Alban d'Arguin, en 2019, 500 científicos, entre ellos algunos ganadores del Premio Nobel, enviaron al Secretario General de las Naciones Unidas una declaración sin respuesta titulada "No hay emergencia climática", que constaba de seis párrafos con los siguientes temas

1/ El clima de la Tierra siempre ha variado;

2/ El calentamiento actual es mucho más lento de lo previsto;

3/ La política climática se basa en modelos inadecuados;

4/ El CO2 es el alimento de las plantas, la base de toda la vida en la Tierra;

5/ El calentamiento global actual no ha aumentado las catástrofes naturales;

6/ La política debe respetar las realidades científicas y económicas.

Autor: Johan Hardoy
Fuente: El Manifiesto.com Periódico Política y Socialmente Incorrecto

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