domingo, 1 de noviembre de 2020

Niños a la medida de la Ingeniería Genética


No hay duda: la oferta de hacer niños a la medida, de la cual habla una nueva generación de genetistas orientados al cliente, es una opción que seguramente solo será rechazada por unos pocos futuros padres. Los padres que puedan pagarlo estarán felices de utilizarlo.
Después de todo, la oferta promete (o eso es lo que uno esperaría) las alegrías tranquilas de ser padre sin las preocupaciones habituales. Eso sería un lujo poco común en nuestra sociedad de riesgo, donde la mayoría de los pasos que damos son más como comprar un billete de lotería. En un mundo precario de ídolos que decaen tan rápido como surgen, la certeza de comprar un producto sin defectos ocultos es el colmo de la dicha. En un mundo en el que no hay efectos sin efectos secundarios y en el que el futuro se percibe como oscuro y opaco, lleno de peligros y giros y vueltas del destino, nadie quiere ser rehén de este destino.

Pero hay otras promesas que hacen que la ingeniería genética parezca tentadora. Nos promete no solo una certeza ordinaria, sino hoy en día una certeza completamente extraordinaria: es decir, una certeza que es permanente. La vida del cuerpo individual es ahora la única variable con una esperanza de vida cada vez mayor, y la promesa de una composición genética infalible está asociada con una garantía de por vida. Aún no se ha verificado qué tan confiable es esta garantía, y eso solo la hace aún más tentadora.

Lo que consideramos felicidad es siempre solo una imagen de un estado en el que el dolor de hoy no existe. No sabemos y sentimos el dolor del mañana. No podemos imaginar la agonía que atraviesan las personas modificadas genéticamente cuando alcanzan la edad que teníamos en el momento en que fueron diseñadas. Pero podemos ahuyentar esos pensamientos sombríos en cualquier momento si creemos en los científicos naturales: para ellos, el arte de la vida es simplemente un logro de los genes. Y si en la Edad Media existía un diablo especial y un rito de expulsión especial para cada dolencia humana, ahora hay un gen para cada dolencia o debilidad que solo necesita ser descubierto y reemplazado adecuadamente.
Aun así, los aspectos atractivos de la ingeniería genética no se han agotado en absoluto. La llamada a la perfección se escenifica como un privilegio (como la oferta de escuelas exclusivas en el pasado o la oferta actual de urbanizaciones exclusivas). No solo promete la buena vida, sino la distinción social. Solo unos pocos tendrán acceso al club de los genéticamente perfectos. Uno puede estar seguro de que el enorme costo de la membresía no es un problema inicial con la nueva tecnología, pero seguirá siendo su característica permanente. Siempre habrá nuevas e inesperadas dolencias que curar, una y otra vez nuevos genes que han sido retirados del favor y deben ser reemplazados.

El nuevo privilegio parece, desde los días de la unción divina, más gratificante que cualquier otro. La distinción ya no tendrá que recurrir a términos cuestionables y controvertidos como menor inteligencia, menos astucia o trabajo duro entre los mortales de menor rango. No, todo esto ahora tendrá causas científicamente probadas, ¿y quiénes somos para atrevernos a cuestionar los juicios científicos? Se pueden hacer protestas contra la superioridad de estatus de los superiores si su rango social era un problema de clase, una feliz coincidencia o simplemente una falta de escrúpulos. Pero, ¿quién quiere protestar contra los genes?


Artículo del filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman
sobre los avances en el mundo de la genética

Fuente: Bloghemia

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